Lo mejor del Norte Argentino

martes, 25 de octubre de 2011

Gigantes de Acero

imnasia con huevo y corazón dejó de rodillas a Central Norte. El Albo lo perdía, pero lo dio vuelta con goles de Zambrano, Pérez y Cartello, y desató la fiesta en el Gigante del Norte. Con esta victoria el equipo de Antuña quedó como escolta, a una unidad del líder.

Si algo le faltaba a Gimnasia y Tiro era una victoria así: contundente, categórica, inobjetable. Un triunfo que no solo le permite al Albo ponerse a un punto del líder, sino que también le sirve para mirar lo que viene con los mejores ánimos y con el convencimiento que se puede. El partido se presentaba difícil, teniendo en cuenta el último antecedente y sobre todo porque el rival venía en levantada y quería repetir lo de la Copa Argentina. Sin embargo Gimnasia, que tuvo que lidiar contra todo y todos, remar contra la corriente, soportar un pésimo arbitraje, el gol de entrada, los fantasmas del último partido, fue más que su rival y lo terminó demostrando con una gran actuación en el segundo tiempo.
“Para los clásicos hay que tener el corazón caliente” había manifestado Luis Rueda en la semana apoyando y arengando a los jugadores millonarios y vaya si tenía razón. Tras un primer tiempo donde no encontraba el rumbo y había sufrido el gol de Enzo Noir, el Albo apeló al plus extra, el factor h y así comenzó a dar vuelta la historia.
Un primer tiempo que mostró una mala imagen de Gimnasia, donde se vio acorralado por las erróneas decisiones de Federico Guaymás Tornero, una vez más y van… El once de Raúl Antuña padeció cada decisión, se vio preso de la impotencia por las cuestionadas decisiones y sufrió, la cabeza estaba en otra cosa y los nervios y el fastidio se apoderaron de la gente millonaria que veía como un hombre vestido de verde llevaba a Gimnasia contra su arco.
El partido se friccionó, la noche se puso caliente y en todos los sectores del Gigante había cosas para contar (enfrentamientos de parcialidades incluida).
Para el complemento el Albo salió distinto, con la concentración y el convencimiento de que si se ponía, si se jugaba bien, se lo ganaba. Antuña tuvo su primera gran intervención, mandó a la cancha a Cartello por Gil y el equipo cambió. El Piojo le aportó movilidad, juego y Beraldi encontró su socio. Uno por derecha, el otro por izquierda, comenzaron a lastimar a Central. Bazán Vera molestaba con su presencia en el área a los defensas azabaches y bajaba todo lo que le tiraban por arriba. Fue el Indio quien avisó, su cabezazo encontró a Maino y no pudo convertir. En la siguiente, Zambrano encontró la igualdad y esto al Albo lo terminó de convencer que se podía.
La segunda gran decisión del entrenador millonario fue jugarse por Leo Pérez cuando Gimnasia se quedó con diez por la expulsión de Buruchaga. El Purruco mando toda la carne al asador y en vez de armar un mediocampo más poblado se la jugo con un delantero y el Gallo le dio la razón. En la primera que tuvo, Leo Pérez anotó, con un enorme testazo que se le metió al ángulo de Maino.
Gimnasia tenía un jugador menos, pero unos huevos enormes, el Mecha Rodríguez aparecía por todos lados, Beraldi corría, defendía, atacaba, Albornoz y Zambrano edificaban su ya conocida muralla en el fondo, Plaza iba y venía como en sus mejores épocas, Cartello y Monay dejaban el alma en cada pelota, Bazán Vera bajaba y aguantaba todo lo que le llegaba.
El Albo lo ganó a lo Gimnasia, jugando bien, pasando por arriba a un Cuervo que quedó atónito, un Gimnasia que asimiló todo lo que sufrió en el primer tiempo para ponerlo a su favor con garra y corazón. Este Gimnasia y Tiro tiene mística, y contagiado por el incesante aliento en la tribuna metió el tercero, el Piojo Cartello coronó su noche con un lindo gol.
No cuentan con este nuevo recurso que tiene Gimnasia, la solidaridad, el compañerismo, la garra, el corazón. El Gigante del Norte asistió a otra función de sus hijos, de los que dejan el alma y riegan con su transpiración su verde césped. Este Gimnasia que quiere más y más, un grupo de jugadores que acostumbró a sus hinchas a la alegría y el festejo. Y eso se reflejó en el final inconcluso (otra vez abandonaron). El pitazo final dio pie al festejo interminable, a saltar y gritar con estos jugadores que demostraron ser unos verdaderos Gigantes de Acero.

Fuente: El Gigante de Salta

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